Ley
de convivencia, ¿necesidad o populismo?
Por. Ulises Hernández
Vázquez*
El
exceso de protagonismo en los órganos legislativos nos lleva a un gran error
que llamamos “diarrea legislativa”, pues el hambre de protagonismo de las
fuerzas políticas los lleva a presentarse como “reformadores” y personas
adaptadas a la realidad del País, precisamente para adaptarse a los momentos
mediáticos.
El
ajustar leyes al marco legal como fin único del bien común, debe de ser siempre
la piedra angular de los legisladores, el lograr un Estado de armonía donde gobernantes
y gobernados vivan con las mínimas diferencias. Hoy el tema que nos ocupa es la
“LEY DE CONVIVENCIA” y de sus creadores, quienes por la premura del tiempo, se
les olvido la parte profesional y la técnica legislativa, pues el ordenamiento
que regula las actividades del poder legislativo llamada “Ley Orgánica del
Congreso del Estado de Jalisco” marca en su artículo 154 lo siguiente:
Artículo 154.
1. Las iniciativas deben
presentarse mediante escrito firmado por quien o quienes las formulen, y deben contener:
I. Exposición de motivos
con los siguientes elementos:
a) (………)
b) Análisis de las
repercusiones que en caso de llegar a aprobarse podría tener en los aspectos
jurídico, económico, social o presupuestal;
………….
Como
se puede apreciar en citado artículo, parece más una iniciativa hecha a imagen
y semejanza (copy - paste) de la aprobada en el Distrito Federal, sin tomar en
cuenta la realidad del Estado de Jalisco.
Si
profundizamos más a fondo dicho proyecto, la
ley dice que en un estado civil es de interés social, porque al Estado le
interesa su permanencia y trascendencia; que además, no puede ser objeto de
transacción, convalidación o desconocimiento (C. Iñiguez) de esta manera, suponiendo
sin conceder que dicha ley sea aprobada en el seno del congreso del Estado,
estaríamos en una incongruencia de considerar un “estado civil”, precisamente
por llevar intrínsecamente su no permanencia, por su “libertad” de convivencia,
por su facilidad de unión e igual sencillez con la que se disuelve.
Otro
error que se aprecia en la exposición de motivos, que esta despegada de la
realidad, es el trato especial que se le da a los “convivientes”, pues las
leyes son y deben ser genéricas a todo el vulgo.
De esta misma manera el Maestro Iñiguez arremete señalando:
“El respaldo jurídico que se le da en lo
que fuere aplicable a la Libre Convivencia con el concubinato en su artículo 5,
es otro error insubsanable. Respaldar en su artículo 11 con lo señalado en
materia de tutela con lo que dispone en su capítulo IV el Código Civil, es
tratar de igual manera el matrimonio a la libre convivencia. Entonces ¿es
matrimonio o no?, Lo mismo ocurre en la obligación de dar alimentos y adquirir
derechos sucesorios sin establecerlos en su ley y remitirlo al código civil,
equipara a los libre-convivientes como cónyuges en matrimonio o concubinato,
trasladando por ende a la misma figura para poder reclamar judicialmente y
hacer de la libre convivencia un matrimonio. ¿Entonces esto es matrimonio?
Claro que lo es”.
De
lo anterior se desprende lo dicho por German Dehesa, “Aceptar la
difícil tarea de convencernos que la carne de ratón es un exquisito manjar” Lo
mismo ocurre con los “creadores” de la iniciativa, tratando de convencernos con
la idea “genial” de dar más derechos a las minorías, generando condiciones en
la que accedan a un Estado más justo, cuando de todos es sabido que este fondo
es mas electorero, y la pirotecnia verbal funge un papel trascendental, recurro
a Montesquieu que sentencia “Las leyes
inútiles debilitan a las necesarias”.
No se vale optar por lo más sencillo que es
descalificarlo e intentar sepultarlo con adjetivos como ignorante,
reaccionario, desinformado, mocho, etc. pues .ademas de ser intolerante esa
actitud, es discriminatoria a los muchísimos que pensamos distinto a ellos, de
nosotros depende si tenemos el suficiente estomago y capacidad de sumisión como
para cumplir dócilmente las leyes
presentadas en mala hora por partidos minoritarios a los que la legislación
electoral les ha sido muy generosa para acceder a los cargos de representación.
Termino con lo que dice Proust: “pensar y sentir son tareas tan dolorosas, que los hombres solo nos
damos plenamente a ellas en periodos de profunda angustia” quien se diga
“político” en el sentido más digno de la palabra, entre otras cosas debe de
tener la suficiente capacidad de estar muy atento y muy poco vulnerable al
halago y mas a la amenaza, evitar ser conmovidos por aquellos que lisonjean con
sus discursos. Recordarle a la izquierda que el respeto es una calle muy ancha
de ida y vuelta y que quien exige tolerancia es el primero que la debe de dar.
* Politólogo Egresado de la Universidad de
Guadalajara, Maestro en Educación,
Doctorante en Administración Pública por el Instituto Internacional del
Derecho y el Estado.