CADUCIDAD
DEMOCRATICA
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Por. Ulises Hernández Vázquez
La
célebre discusión en la que nos envuelve Bobbio[1] sobre la cita que hace de
las historias de Herodoto donde sus tres personajes persas llamados: Otanes,
Megabizo y Darío, discuten sobre la mejor forma de gobierno después de la
muerte del tirano Cambises.
Señalando
las tres formas de gobierno como el de muchos, el de pocos y el de uno solo
(Democracia, Aristocracia y Monarquía). Otanes partidario del gobierno de “muchos”
sosteniendo su idea de que no se puede permitir a un solo hombre hacer lo que
quiera sin responder a nadie sobre sus decisiones, desde tal criterio seria
pervertir hasta al más justo. Cosa contraria ocurre cuando al pueblo se le
otorga dicho control. Megabizo va mas allá de la monarquía pero menos de la
democracia, considerando una clase privilegiada quienes asuman la
responsabilidad del gobierno, estos personajes deberán ser los más capaces, de
ahí sus sabias decisiones, Megabizo hace una severa crítica a la Monarquía,
pero es más drástico hacia la Democracia que menciona sus vicios como “obtuso y corrompido que puede ser una
muchedumbre inepta al tomar decisiones”.
Darío
minimiza de las dos opiniones anteriores, siendo enérgico al manifestar que si
se tiene que escoger entre la mejor Democracia, la mejor Aristocracia o la
mejor Monarquía, esta ultima garantiza mejores resultados, pues en la primera
genera populismo y la segunda facciones, resultando más fácil uno solo que
gobierne y a uno solo que obedezcan. La conclusión de Bobbio es sencilla, cada
idea es presentada como buena por quien la sostiene y mala cuando es contraria.
De lo que se desprende que en aspecto positivo, la Monarquia puede ser la mejor
forma de gobierno seguida por la aristocracia y por último la Democracia,
empero en su aspecto negativo es la Democracia, pues en su degradación se
convertiría en un populismo que es menos dañino que una Oligarquía o una
Tiranía, de ahí surge la idea de elección del “menos peor” por si acaso.
En
el momento que se otorgan derechos políticos a un pueblo que vivía bajo la
sombra del autoritarismo, comienzan a aparecer los conflictos entre el que los
recibe y quien se los otorga. La mayoría es tirana con las minorías, personas y
agrupaciones se reprochan, comienzan las pugnas por el poder, los divide la
ambición y dejan de lado la idea primordial de cualquier fin político que es
“El bien común”.
Hoy
en día hay más personas partidistas que patrióticas, todos los partidos
políticos dicen ser la solución a los lastres del pasado, pero solo ellos creen
ser los poseedores de la verdad absoluta. Existe y persiste el deseo del
partido opositor que el ganador fracase, pues en caso contrario se verán
mermadas sus esperanzas en los próximos comicios, aunque es menester señalar
que no solo las instituciones son culpables de esta situación, es también la
ciudadanía pasiva quien contempla los abusos, es la sociedad quien no hace nada
por evitar una patología que padecen las democracias, “la indiferencia”, el pesimismo es el juego seguro de quienes
no quieren perder los privilegios de gozan (DRESSER, Denise 2011). Aunque
eso no es lo preocupante, oportunistas siempre existirán por todas partes, es
nuestra sociedad la que debe alzar la voz, no podemos seguir la eterna pregunta
si “buenos gobiernos forman buenos
ciudadanos o buenos ciudadanos buenos gobiernos” evitar la autofagia
política, dejar de ser vegetarianos en tierras ajenas y caníbales en la propia.
Pavimentar el camino de la eficiencia y
la eficacia democrática es tan difícil o simple como decidir si alfombramos todo
el camino o usamos las pantuflas adecuadas para recorrerlo.
·
Politólogo egresado de la Universidad de
Guadalajara, Asesor Legislativo del Congreso del Estado de Jalisco,
especializado en derecho electoral.
[1]
BOBBIO, Norberto, “La teoría de las formas de gobierno en la historia del
pensamiento político” Fondo de cultura económica, 2008