Maquiavelo

Maquiavelo

lunes, 27 de febrero de 2012

POBREZA POLÍTICA

Macario Schettino
Viernes, 10 Febrero 2012
Hace algunos meses, el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, o Coneval (en breve), presentó su informe acerca de la pobreza en México en 2010. Un informe muy amplio, que no se concreta a medir cuántos pobres hay en el país, sino que analiza las diferentes dimensiones de la pobreza, sus avances y retrocesos, y sugiere caminos para que avancemos más rápido en el proceso de reducir este flagelo social. Cuando apareció no hubo mucha discusión pública al respecto. 

Ahora se publica el informe 2011 de la misma institución, que no trae datos nuevos, pero que ha recibido mucha más atención que la publicación original. La cifra que llama la atención es que hay 52 millones de pobres bajo la definición de pobreza patrimonial, tres millones más que en 2008. Menos atención recibe el hecho de que la pobreza extrema, o alimentaria, prácticamente se mantuvo estable, a pesar del tamaño de la crisis financiera global.
Y si esos datos no se consideran, mucho menos se entra al detalle. Por ejemplo, más de un tercio de los “nuevos” pobres patrimoniales viven en el noroeste del país: Baja California, Sonora, Sinaloa, Chihuahua, en donde el golpe de la crisis global fue mucho más fuerte, debido a su mayor relación con Estados Unidos. Tampoco parece haber nadie notado que hay dos estados que aportan más del 20% de los pobres: Estado de México, con 6 y medio millones, y Veracruz, el estado del gobernador que manda efectivo por avión, con 4 y medio millones. Nada más once millones entre estos dos estados, por cierto de los más grandes del país.

Tampoco hay comentarios acerca del crecimiento de la pobreza extrema en estas dos entidades: 200 mil mexiquenses y casi el mismo número de veracruzanos se sumaron a la pobreza extrema en dos años, mientras que la cantidad total en el país se mantenía estable. Es de notarse que en ese mismo período, entidades como Chiapas o Guerrero, las más pobres del país, lograron reducir el número de pobres alimentarios, mientras Oaxaca se mantuvo prácticamente estable. Sí es motivo de interés explicarnos por qué dos entidades muy grandes, primera y quinta en términos de PIB, incrementaron en 200 mil personas la pobreza extrema en dos años. 

Pero también tiene interés que este tema, que muchos insisten que es fundamental, la pobreza, haya recibido tan poca atención a mediados del año pasado, cuando se publicó originalmente por Coneval, y ahora, justo cuando está empezando la carrera presidencial, obtenga reflectores.
La pobreza sin duda merece ser atendida, pero no dependiendo de coyunturas electorales. Y merece análisis, no sólo titulares. Porque saber si el número de pobres es uno u otro no ayuda en nada a entender sus causas y proponer soluciones. ¿Por qué Estado de México y Veracruz son las entidades con mayor número de pobres? ¿Es sólo cuestión de su población, superior a la mayoría de las entidades? ¿Por qué son responsables de más de una quinta parte de la pobreza nacional, sea patrimonial o alimentaria? ¿son sólo grandes entidades que por eso tienen grandes números o hay políticas públicas diferentes?
Aquí hemos insistido que el enfoque tradicional, enfatizando la pobreza y no la generación de riqueza, no es una buena forma para resolver el problema. Me pregunto si este enfoque tradicional es parte de la respuesta a las preguntas del párrafo anterior. Pero también cabe la pregunta de si hay algo en el comportamiento de los gobiernos de esas entidades, más allá del enfoque tradicional, que pueda explicar cómo entidades consideradas ricas resultan ser las que más pobres tienen. 

Pero las campañas electorales oscurecen las discusiones. El espacio que quedó libre para el enfrentamiento, las redes sociales, se hizo eco del tema de la pobreza, y el día de ayer se hizo “trending topic” una acusación a Josefina Vázquez Mota por el crecimiento de la pobreza. Acusación absurda, sin duda, (en su gestión en Sedesol llegamos al número más bajo de pobres en México, por varias razones) pero de eso se tratan las campañas negativas.
Los ataques durante las campañas políticas son normales, y me parece que son incluso útiles. Permiten que veamos rasgos de carácter de los candidatos y que conozcamos información que de otra manera no veríamos. Pero para que una campaña negativa funcione requiere ser creíble. Está difícil que con el tema de pobreza logren algo.