REVOCACIÓN DE MANDATO O POPULISMO
“De la dictadura perfecta a la democracia imperfecta”
Mario Vargas Llosa
Por Ulises Hernández Vázquez*
Desde la constitución de 1857 se adoptó el texto que ahora nos ocupa. El poder público. En el precepto comentado se infiere que el pueblo ante la imposibilidad de autogobernarse de manera colectiva tiene que transferir su voluntad a órganos que ejercen el poder público, pero siempre en nombre del pueblo. En México los estados de Chihuahua y Yucatán cuentan en sus Constituciones y legislación electoral con una figura denominada expresamente “revocación de mandato” en el caso del primero se vislumbra explícitamente la figura de revocación de mandato, una vez cumplida la tercera parte de éste, es decir, a partir del cuarto año del gobierno estatal o del tercero, a nivel municipal.
Solo cinco de los países latinoamericanos entre ellos México, han adoptado constitucionalmente el principio de revocación del mandato. Misma que dándole un uso prudente a esta figura, permite a esos países elevar la calidad de su democracia, ampliar su legitimidad y a su vez consolidar su gobernabilidad en beneficio de la estabilidad y la funcionalidad de sus sistemas políticos, sin embargo una sociedad como la nuestra, el populismo ha sido la piedra angular del desorden social debido a la nula responsabilidad de diversos partidos políticos que desde su plataforma legislativa se establece un comportamiento hostil hacia el ejecutivo cuando es distinto a su bancada, mismo que ha provocando parálisis en las diversas asambleas, reflejando una pobre eficacia para resolver los problemas mas urgentes en las respectivas agendas estatales.
La historia política ha dejado al descubierto que el periodo presidencial de seis años puede resultar excesivamente largo cuando no se están cumpliendo con los objetivos para los que fue electo, empero pudiera ser un periodo corto cuando el trabajo es excelente.
Las últimas cuatro elecciones federales y locales (1997, 2000, 2003, 2006 y 2009) han sido altamente competidas, siendo la penúltima (2006) la más cuestiona que nuestro país ha tenido, esto ha complicando la civilidad y estabilidad política de nuestro país y estado. Esta de mas tratar en estos momentos de efervescencia política, hacer reformas de esta índole, pues basta medir la buena o mala gestión cuando en la elección intermedia de diputados se diera un resultado en el que el partido político que postuló al Presidente de la República o en el caso local al Gobernador, pierda esta elección y, en consecuencia, se reduzca la capacidad política que requiere el cargo para el cual fue electo tres años antes, esto vendría siendo una forma de revirar el mal gobierno o porque no, gratificar el buen desempeño.
Hacer un gobierno prudente consiste en mantener el equilibrio dinámico entre la gobernabilidad y la necesidad de participación auténtica. Sería impertinente e infuncional preguntar a los ciudadanos qué hacer sobre cualquier tipo de cosas. En la teoría los representantes están ahí porque suponemos que son capaces de tomar las mejores decisiones. En la democracia representativa el mandato que confieren los ciudadanos consiste en delegar en una persona la función de gobernar y porque este poder es indiviso, pero no exento de la obligación de rendir cuentas y de responder por lo que decide.
La democracia directa es un excelente método que le permite al ciudadano participar activamente en la mejor toma de decisiones. Sin embargo, no podemos decir que tenga el mismo significado que tuvo en la república antigua. Mientras que en esta última era el único recurso para crear “voluntad general”, hoy en día tiene y debe de tener un valor más limitado: sólo es prudente usarla para zanjar temas que polarizan a la opinión pública, aquellos en los que los ni siquiera los órganos de representación tienen la última palabra. Temas como la reforma del Estado, la reforma energética, etc, mismos que se pueden resolver mediante recurso de plebiscito. Conviene, pues, examinar los límites de la democracia directa y el estilo plebiscitario de gobernar.
Absolutizar a la democracia directa en una sociedad compleja es algo serio, que compromete la reputación de cada uno de los representantes, es algo vulgar tratar de consultar para todo a los ciudadanos.
El gobierno deberá seguir siendo representativo porque supone la capacidad para interpretar el sentido del mandato que le fue conferido. Con la revocación de mandato podemos destapar la caja de Pandora que contiene una de las cosas más peligrosas para una comunidad: la inestabilidad que, combinada con instituciones débiles y con una cultura democrática todavía poco arraigada, puede dar muchos dolores de cabeza. Caer en la tentación de tener gobiernos populistas dedicados la mayor parte del tiempo en realizar “Pan y Circo” con consultas estériles que a todos perjudica y a nadie beneficia, puede atraer problemas a la paz publica.
Nuestro entramado jurídico y político todavía tiene pocas salidas constitucionales, en particular la Constitución del Estado sólo estipula que “el cargo de gobernador sólo es renunciable por causa grave que calificará el Congreso”. Por ahora, creo que el gobernador electo se debe ocupar más en su programa y en cumplir eficientemente a lo que se comprometió, pues para hacer un gobierno próximo a la ciudadanía no se requiere un festival de aplausos o de abucheos: se requiere sensibilidad, eficacia y honestidad. Eso es lo que el pueblo espera, eso es lo que necesita. La revocación de mandato tiene que seguir siendo una facultad del órgano legislativo.
Un factor a considerar es que los medios de comunicación tienen un poder bastante significativo que influye y confunde de manera tajante sobre la decisión de los ciudadanos, la revocación de mandato pudiera ser un acto injusto influenciado y auspiciado por los medios que irresponsablemente y con tal de vender la nota, demeritan la labor del gobierno, provocando periodos cortos e ineficaces de gobierno, peor aun cambiar de un gobierno electo a uno interino nombrado por el congreso con una coalición vencedora. También con la revocación de mandato se volvería un concurso de belleza gubernamental que realizara gastos excesivos en promover su imagen, dejando de lado el desarrollo, a cambio de políticas populistas.
* Politólogo U de G y Maestría en Educación por la UNID.
Becario del National Democratic Institute (NDI) Seminario Internacional de Liderazgo Ecuador 2009.